¿La gente que te rodea suele decir que eres frío o difícil de leer? Te cuesta la intimidad y la apertura en tus relaciones? Estos podrían ser signos de que eres emocionalmente distante.

Es normal querer proteger tus sentimientos y evitar que te hieran, pero a veces puedes llevar eso demasiado lejos. No es que tengas la intención de alejar a la gente, sino que simplemente no puedes evitar cerrarte cuando las cosas se ponen demasiado serias.

El desapego emocional puede interferir con tu capacidad para hacer amigos, conexiones románticas o incluso ascender en tu carrera. Reconocer este rasgo es el primer paso para derretir ese corazón helado y vivir una vida más plena e íntima con las personas más cercanas.

¿Qué es el desapego emocional?

El desapego emocional es una falta de voluntad o incapacidad para conectar con otras personas a nivel emocional.

Esto puede ser útil para establecer ciertos límites en tu relación y evitar el drama innecesario de las personas que exigen demasiada inversión emocional. Pero cuando su distanciamiento emocional es involuntario, podría ser un signo de un problema más profundo.

Sentirse insensible en situaciones en las que otros suelen expresar sus emociones, o luchar por abrirse a aquellos que mantiene cerca en su vida, puede inhibir su necesidad de expresión. Esto puede hacer que te sientas solo o deprimido.

Aquí tienes algunos signos de distanciamiento emocional que puedes estar confundiendo con una naturaleza reservada.

1. Te sientes incómodo con los sentimientos de los demás.

Pones un muro con la esperanza de que los demás no acudan a ti con sus problemas.

Si estás en una situación en la que alguien te está expresando emociones, te sientes incómodo. Es normal no saber siempre qué decir a la gente, pero si tener que consolar a alguien te pone al límite o te hace sentir incómodo, puede que estés emocionalmente distanciado.

Apoyar a la gente en los buenos y en los malos momentos refuerza vuestros vínculos. Puede que prefieras lidiar con tus emociones a solas, pero si alguien está dispuesto a abrirse a ti, ten un corazón abierto y no le cierres las puertas en su momento de necesidad.

2. No compartes tus emociones con los demás.

No quieres parecer pegajoso o débil, así que incluso en tus momentos más oscuros, tiendes a embotellar tus emociones y evitar ser vulnerable.

Para ti, las emociones son privadas y nunca buscarás un hombro sobre el que llorar. Pero ser capaz de abrirte a la gente y ser honesto con tus emociones es un signo de fortaleza, no de debilidad.

Aislarse de los demás sólo debilitará tus relaciones y empeorará tus problemas. Las personas que te importan quieren estar ahí para ti, y no hay que avergonzarse de dejarlas entrar.

3. Utilizas el sarcasmo para escudar tus sentimientos.

Prefieres desviar la atención de los temas serios con una broma de autodesprecio o un comentario sarcástico.

Esto se debe a que estás decidido a parecer imperturbable en momentos de decepción, dolor o incluso en momentos felices. Quieres parecer fuerte y que no te afectan los problemas de tu vida. O, tal vez, simplemente no quieres que toda la atención recaiga sobre ti.

Desviar la atención de tus verdaderas emociones sólo hace que estos problemas sean más una carga para ti. Cuando distraes con éxito a la gente con una broma, lo que en realidad estás haciendo es negarte la oportunidad de liberarte de tus propios pensamientos negativos.

4. Te enfadas cuando la gente trata de abordar tus problemas.

Cuando la gente te llama la atención por ser frío o no estar disponible, te sientes a la defensiva o bajo ataque.

Tienen intenciones de ayudarte o de darte espacio para ser honesto, pero tu primer instinto es retroceder y negar que haya un problema. Esto se debe a que te sientes incómodo por el hecho de que hayan podido detectar algo que te has esforzado tanto en ocultar.

Utilizas la ira como amortiguador para que no puedan ayudarte a explorar la verdad. Puede asustar que te sientas forzado a hablar de algo que no estás preparado para abordar, pero quizá sea el momento de dejar entrar a alguien. Si alguien está dispuesto a ayudar, demuestra que se preocupa y que no está tratando de molestarte.

5. Cierras las relaciones.

Para evitar cualquier nivel de vulnerabilidad, pones fin a las relaciones antes incluso de que despeguen.

Puede tratarse de relaciones de amistad, románticas o incluso familiares. Cuando ves señales de que te acercas demasiado a alguien, te apresuras a salir corriendo y no te metes en una situación en la que puedan escarbar un poco en tus emociones.

Cuando te han herido en el pasado, es comprensible que te sientas cerrado, pero la vida puede ser larga y solitaria.

Ser abierto en tus amistades y relaciones románticas puede parecer un gran riesgo, pero las recompensas son aún mayores. Si construyes algunas conexiones significativas, tendrás más gente para apoyarte si una relación fracasa.

6. Te retraes y te dices que estás bien solo.

¿Por qué te cierras a las relaciones? Porque te dices a ti mismo que no necesitas a nadie.

Saber que otra persona no te completará es una toma de conciencia importante, pero querer tener a alguien en quien apoyarte a veces mejorará tu vida.

Tu necesidad de estar solo puede aislarte en momentos de adversidad, y si sigues alejando a la gente, no tendrás a nadie si las cosas se ponen difíciles. Ser independiente es algo bueno, pero ¿qué sentido tiene la vida si no tienes amigos y seres queridos con los que compartirla?

Si tu desapego emocional te está haciendo sentir solo o deprimido, considera acudir a un profesional.

Alice Kelly es una escritora apasionada por el estilo de vida, el entretenimiento y los trending topics.