Alfonso XI de Castilla

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Alfonso XI de Castilla ataca a los moros musulmanes dirigidos por Muhammed IV, sultán del emirato de Granada.

Descripción en una iluminación de las crónicas de Froissart, c. 1410.

Nacido el 13 de agosto de 1311 en Salamanca, era hijo del rey Fernando IV de Castilla y de Constanza de Portugal. Su padre murió cuando Alfonso tenía un año de edad. Su abuela, María de Molina, su madre Constanza, su tío abuelo el infante Juan de Castilla, señor de Valencia de Campos, hijo del rey Alfonso X de Castilla y su tío el infante Pedro de Castilla, señor de Cameros, hijo del rey Sancho IV asumieron la regencia. La reina Constanza murió primero el 18 de noviembre de 1313, seguida por los infantes Juan y Pedro durante una campaña militar contra Granada en 1319 en el Desastre de la Vega, lo que dejó a la reina viuda María como única regente hasta su muerte el 1 de julio de 1321.

Tras la muerte de los infantes Juan y Pedro en 1319, Felipe (hijo de Sancho IV y María de Molina, por tanto hermano del infante Pedro), Juan Manuel (tío de segundo grado del rey por ser nieto de Fernando III) y Juan el Tuerto (su tío de segundo grado, hijo de Juan de Castilla fallecido en 1319) se repartieron el reino según sus aspiraciones a la regencia, mientras era saqueado por moros y la nobleza rebelde.

Mayoría de edadEditar

Su reinado efectivo comenzó en agosto de 1325 cuando fue jurado como rey al ser proclamado mayor de edad en las Cortes de Valladolid. Tras un ritual que le llevó a Santiago de Compostela y al monasterio de las Huelgas en Burgos, su autocoronación tuvo lugar en 1332.

Tan pronto como subió al trono, comenzó a trabajar intensamente para reforzar el poder real dividiendo a sus enemigos. Su temprana muestra de despiadada capacidad de gobierno incluyó la ejecución sin reparos de posibles oponentes. Alfonso XI ordenó el asesinato de su tío Juan el Tuerto en Toro en la víspera de la festividad de Todos los Santos de 1326, junto con dos caballeros de éste, atrayendo al primero con promesas de reconciliación.

Logró ampliar los límites de su reino hasta el Estrecho de Gibraltar tras la importante victoria en la Batalla del Río Salado contra la dinastía meriní en 1340 y la conquista del Reino de Algeciras en 1344. Una vez resuelto ese conflicto, reorientó todos sus esfuerzos de Reconquista a combatir al rey moro de Granada.

Durante su reinado se produjo una reforma política en el gobierno municipal, con la sustitución de los concejos abiertos por los regimientos. Impulsó la expedición de cartas pueblas como estrategia para el fortalecimiento demográfico en las zonas fronterizas.

Es conocido entre los reyes castellanos como el Vengador o el Implacable, y como «El del Río Salado». Los dos primeros nombres se los ganó por la ferocidad con la que reprimió los desórdenes causados por los nobles durante su larga minoría de edad; el tercero por su victoria en la Batalla del Río Salado sobre la última formidable invasión meriní de la Península Ibérica en 1340.

Alfonso XI nunca llegó a los extremos demenciales de su hijo Pedro de Castilla, pero podía ser sanguinario en sus métodos. Mató por razones de estado sin ningún tipo de juicio. Descuidó abiertamente a su esposa, María de Portugal, y se entregó a una escandalosa pasión por Leonor de Guzmán, que le dio diez hijos.

Infectado por la peste negra durante el asedio a Gibraltar de 1349-1350, Alfonso murió en la noche del 25 al 26 de marzo de 1350 (algunas fuentes sitúan la fecha erróneamente en el 27 de marzo). Las fuerzas castellanas se retiraron de Gibraltar, y algunos de los defensores salieron a observar. Por respeto, Yusuf ordenó a su ejército y a sus comandantes en las regiones fronterizas que no atacaran a la comitiva castellana mientras viajaba con el cuerpo del rey hacia Sevilla.

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