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  • 8 de julio de 2014
  • Por Anastasia Pollock, LCMHC, colaboradora experta en temas de estrés postraumático

Son aterradoras, perturbadoras, incómodas y suceden cuando se supone que estás rejuveneciendo tu cuerpo y tu cerebro: las pesadillas que siguen a una experiencia traumática.

Las pesadillas son bastante comunes entre las personas que han experimentado un evento traumático. Las secuelas de una pesadilla suelen seguirles hasta el día siguiente, lo que puede afectar a su bienestar emocional y a su capacidad de funcionamiento. Las pesadillas pueden ser bastante aterradoras y repercutir negativamente en la cantidad de sueño reparador que tiene una persona. Pueden sentirse como si uno estuviera reviviendo el acontecimiento traumático, y la idea de ir a dormir puede provocar ansiedad. Cuanto menos duerme una persona, más difícil es para el cerebro procesar un acontecimiento traumático y archivarlo correctamente. A veces, los síntomas que se presentan debido al trauma son las mismas barreras que se interponen en el camino de la capacidad de una persona para sanar.

La función de los sueños

Según Hartmann (1996), una de las teorías sobre la función de los sueños es que permiten al cerebro hacer conexiones de manera más eficiente y eficaz que la mente consciente. En otras palabras, es el momento en el que el cerebro revisa la información que se ha observado y luego la clasifica y organiza de forma que tenga sentido.

Hartmann (1998) también afirma que soñar es una forma de que el cerebro trabaje a través del trauma, y los sueños suelen basarse en la emoción principal que la persona experimentó durante el trauma o que experimenta cuando recuerda el trauma. Esto es importante para el proceso de curación pero, como se ha comentado anteriormente, puede ser problemático cuando las pesadillas de la persona interfieren en su sueño y en su capacidad para funcionar en el día a día. Según Leskin et al. (2002), las personas que tenían un diagnóstico de estrés postraumático tenían una tasa significativamente mayor de problemas de sueño. Afirman que el 96% de los participantes en su estudio que fueron diagnosticados con TEPT experimentaron pesadillas y el 100% experimentaron insomnio.

Entonces, ¿qué puede hacer una persona para trabajar a través de las pesadillas de trauma no deseadas?

  1. Lleve un registro de sus sueños y pesadillas y discútalos con su terapeuta. Los sueños pueden contener información importante para el trabajo terapéutico. A menudo animo a las personas en terapia a que escriban los temas básicos de sus sueños y pesadillas para que podamos investigar su significado para el trabajo de tratamiento del trauma que estamos realizando. A menudo encuentro que la información obtenida de los sueños está directamente relacionada con los temas que están aumentando o continuando la perturbación relacionada con el trauma (por ejemplo, una sensación de impotencia).
  2. Desarrollar habilidades de afrontamiento y autocalmación. Practique técnicas de autocalentamiento y de reducción de la ansiedad antes de dormir y/o si se despierta de una pesadilla. Continúe con el autocalentamiento a lo largo del día, según sea necesario, para hacer frente a las secuelas de una pesadilla. Algunas de las herramientas que las personas en terapia han encontrado más útiles son las meditaciones guiadas, los escaneos corporales, la relajación muscular progresiva y los ejercicios de atención plena. Otra herramienta que muchos encuentran especialmente útil se llama «contenedor». Básicamente, la persona que experimenta la perturbación crea un contenedor (real o imaginario) en el que puede guardar las cosas que más le molestan (pensamientos sobre el suceso, flashbacks, o incluso las pesadillas u otro material perturbador) hasta un momento en que pueda ordenar el material con su terapeuta. Cuando el material perturbador sale a la luz, la persona puede permitir que lo que sea vaya a un contenedor hasta la terapia, donde se puede decidir lo que se debe abordar. Algunos contenedores habituales son cajas fuertes, cajas, bóvedas y frascos. El contenedor debe tener una tapa o puerta de algún tipo. La persona puede imaginar este contenedor en forma de imagen en la mente e imaginar que el material perturbador entra en el contenedor. Alternativamente, la persona puede tener un contenedor físico y escribir el material perturbador en un papel y luego colocarlo en el contenedor.
  3. No se quede en la cama si no puede dormir. A menudo, cuando se despierta de una pesadilla, volver a dormir puede ser difícil. Además, el acto de irse a dormir inicialmente puede provocar ansiedad por miedo a que vuelvan las pesadillas u otros síntomas que la persona pueda estar experimentando. Si no es capaz de dormirse en un tiempo razonable, levántese y haga algo que le tranquilice. Puede pasar tiempo antes de que llegue el sueño, pero es mejor realizar ejercicios de autocalentamiento que ponerse nervioso y más ansioso porque el sueño no llega.
  4. Realice cambios en su entorno de sueño para evitar asociar la ansiedad con el lugar donde duerme. Cuando una persona tiene pesadillas repetidas, el entorno del sueño puede convertirse en un desencadenante de la ansiedad y otros síntomas de trauma. Hacer cambios en el entorno del sueño, como cambiar los muebles de lugar, conseguir nueva ropa de cama o cambiar la decoración, puede ser útil para comenzar con una pizarra limpia en lo que respecta al sueño.
  5. Recuerde que su cerebro está tratando de sanar. La curación no siempre es un proceso cómodo y lleva tiempo. Por muy incómodas que sean las pesadillas, su cerebro le está dando la información que necesita para trabajar. Las pesadillas pueden sacar a la luz problemas de los que quizá no eras consciente cuando estabas despierto. Trabaja con un terapeuta para no sentirte solo en este proceso. Un terapeuta puede normalizar lo que está pasando y puede ayudarle a procesar sus síntomas de una manera que puede hacerlos menos abrumadores.

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