Una piña madura tiene un aroma afrutado y fragante, es más amarilla que verde y pesada para su tamaño. Evite seleccionar piñas con manchas de podredumbre o moho, especialmente en la cicatriz inferior del tallo. La piña puede dejarse a temperatura ambiente durante uno o dos días antes de servirla. Aunque esto no hará que la fruta sea más dulce, ayudará a que esté más blanda y jugosa. Sin embargo, como la piña es muy perecedera, hay que vigilarla de cerca durante este periodo para asegurarse de que no se estropea. Después de dos días, si todavía no está lista para consumirla, debe envolverla en una bolsa de plástico perforada y guardarla en el frigorífico, donde se conservará un máximo de tres a cinco días.
La piña cortada debe guardarse en un recipiente hermético en el frigorífico, donde se conservará hasta una semana. Se mantendrá más fresca y conservará más sabor y jugosidad si también se coloca algo de líquido, preferiblemente zumo de la piña, en el recipiente. Aunque la piña se puede congelar, este proceso afecta mucho a su sabor.