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Los escépticos están especialmente bien representados entre quienes no crecieron con la tecnología digital. Suelen preferir el oro, que se ha comprado como protección contra el declive de las monedas estándar durante cientos de años. En una encuesta reciente, sólo el 3% de los baby boomers dijo poseer una criptomoneda, en comparación con el 27% de los millennials. Sin embargo, esas cifras están aumentando, y hay razones para pensar que esta fiebre por el Bitcoin tiene raíces más profundas.
Llega en un momento decisivo para el dólar. El año pasado, después de acumularse durante décadas, la deuda de Estados Unidos con el resto del mundo superó el 50% de su producción económica, un umbral que suele indicar la llegada de una crisis. Desde entonces, con el endeudamiento del gobierno fuertemente bloqueado, esos pasivos se han disparado hasta el 67% de la producción, en plena zona de alerta. Es probable que el reinado del dólar termine cuando el resto del mundo empiece a perder la confianza en que Estados Unidos pueda seguir pagando sus facturas. Así es como cayeron las divisas dominantes en el pasado.
Además, los Estados Unidos y otros gobiernos importantes muestran poco entusiasmo por frenar los crecientes déficits. Es probable que la impresión de dinero continúe, incluso cuando la pandemia pase. Con confianza o sin ella, Bitcoin se beneficiará de la creciente desconfianza en las alternativas tradicionales.
Bitcoin también está empezando a avanzar en su ambición de sustituir al dólar como medio de intercambio. En la actualidad, la mayoría de los bitcoins se mantienen como una inversión, no se utilizan para pagar facturas, pero eso está cambiando. Las pequeñas empresas están empezando a utilizar Bitcoin en el comercio internacional, sobre todo en países donde los dólares pueden ser difíciles de conseguir (como Nigeria) o la moneda local es inestable (Argentina). Y en las últimas semanas PayPal y su filial Venmo han empezado a almacenar Bitcoin con vistas a aceptarlo como pago el año que viene.