Las raíces de la confianza
El temperamento influye en el grado de confianza natural que tenemos. Algunas personas son más precavidas. Prefieren sumergir los dedos del pie en el agua y ver cómo se sumergen los demás. No debemos intentar cambiar el temperamento básico de nuestros hijos: no es posible y puede llevarles a creer que no pensamos que son lo suficientemente buenos tal y como son. La buena noticia es que TODAS las personas pueden ganar confianza. La confianza se basa en el desarrollo de competencias -o habilidades- y en la adquisición de experiencia. No sé si puedo. No sé si puedo. Puedo!
Construimos la confianza de nuestros adolescentes al notar lo que hacen bien. Cada éxito crea una onda de oportunidades potencialmente nuevas para seguir creciendo.
No podemos inculcar la confianza actuando como animadores desde la barrera. Es algo que los adolescentes deben ganar por sí mismos. Sin embargo, podemos reconocer y notar aquellas cosas dignas de fomentar la confianza. Incluso los adolescentes cautelosos apreciarán que se les preste atención a lo que hacen bien. Apreciarán especialmente el reconocimiento de sus habilidades en desarrollo.
Estas habilidades en desarrollo pueden ayudarles a ganar la confianza para intentar cosas nuevas y construir la confianza en sus habilidades para tomar decisiones acertadas. A medida que se enfrenten a los retos, aprenderán que pueden tener éxito incluso cuando la vida sea difícil. Nuestro papel como padres es tanto fijarnos en sus éxitos como quitarnos de en medio para que aprendan lo que pueden manejar por sí mismos. Cuando se enfrenten a cosas que al principio no creían posibles… se habrán ganado una verdadera confianza.
Autoestima auténtica
La confianza no es lo mismo que la autoestima para sentirse bien. Durante muchos años, el movimiento de la autoestima instó a los adultos a fomentar la autoestima de los niños como si fuera una cualidad que pudiera otorgarse en lugar de ganarse. Sabemos, en gran parte gracias a los trabajos sobre la mentalidad de la Dra. Carol Dweck, que el movimiento de la autoestima fue contraproducente. El hecho de que los niños recibieran una lluvia de elogios inmerecidos creó una generación ansiosa que temía el fracaso y odiaba pensar de forma creativa. Todo lo contrario a tener confianza.
Aunque queremos que los jóvenes tengan una alta autoestima, ésta debe ganarse. En términos más sencillos, construya la confianza de su hijo haciéndole saber que sus acciones condujeron a un resultado. Esto también les ayuda a entender que tienen control.
Haga el cambio de «Eres __________» a «Hiciste __________ y por lo tanto sucedió _____________». Por ejemplo, en lugar de decir «Eres muy bueno en matemáticas», diga «Has estudiado mucho y ha dado sus frutos».
Cuando los jóvenes dominan una tarea, creen en sus capacidades, construyen confianza y ganan una auténtica autoestima.
Centrarse en lo que se ha hecho bien
Los adolescentes reciben evaluaciones de muchos lugares. Las notas de la escuela. Las puntuaciones de los eventos deportivos. El juicio de los compañeros. Muchos adultos se centran principalmente en la toma de riesgos, los defectos o los comportamientos erróneos de los adolescentes. Puede que lo hagan con buena intención, pero centrarse en los problemas puede ser socavador y generar impotencia.
No podemos proteger a nuestros adolescentes de todos los mensajes que pueden rebajar su confianza, pero podemos ser una fuerza protectora que enfatice sus capacidades. Los jóvenes cometerán errores. Pero si nos centramos sólo en lo que han hecho mal, es como si les pusiéramos pesos en las piernas que les hacen más difícil levantarse. Cuando abordamos los problemas, también debemos reconocer sus puntos fuertes. Esto da energía a nuestros preadolescentes y adolescentes para convertir el fracaso en una experiencia de aprendizaje de la que crecerán.