«Déjame decirte esto: si conoces a un solitario, no importa lo que te digan, no es porque disfruten de la soledad. Es porque han intentado mezclarse con el mundo antes, y la gente sigue decepcionándolos». – Jodi Picoult, El guardián de mi hermana
No hay otra sensación en el mundo que la de estar rodeado de tanta gente y sentirse completamente solo.
No es el tipo de soledad en el que te contentas solo contigo mismo, sino en el que te sientes aislado del resto del mundo. Y no es que odies el mundo, simplemente no puedes encajar en él.
Amas demasiado y te preocupas demasiado.
Eres un defensor. Un idealista que tiene un corazón tan grande para la gente que le rodea, que es difícil de contener. Sabes cómo se sienten ciertas personas incluso mejor que ellas. Los consuelas en lugar de sermonearlos. Les escuchas en lugar de oír para argumentar.
Tienes tantos pensamientos corriendo por tu mente y tan poco tiempo para reflexionar sobre ellos.
Porque no son sólo pensamientos, sino ideas, filosofías de aficionado, grandes imágenes, cualquier cosa para dar sentido a este confuso entramado llamado vida y parece que sólo aumentan cuando se trata de tener ese tipo de conversaciones con amigos que realmente te hacen pensar. Hay tanto que tienes que decir, tanto amor que puedes dar, simplemente tanto en ti esperando a volar hacia el mundo.
Pero te cuesta mucho expresarlo realmente.
No sólo eso, sino que cuando intentas ponerlo en palabras, tienes problemas para conseguir tu punto de vista o la gente te ridiculiza por cualquier razón.
Así que vas por la vida, intentando ser social y tratando de relacionarte con los demás, pero al final del día, sientes que vivir es una tarea. Te pasas todos los días deseando que se acabe porque odias la pesadez que conlleva la soledad.
Te duele volver a una época en la que no te sentías tan vacío y hueco. Cuando sentías que tenías gente a la que recurrir cuando la vida se ponía difícil. Te preguntas quién eras antes de que esta soledad te golpeara.
Encuentras la restauración en tu singularidad.
Seamos realistas. La vida es demasiado corta para revolcarse en la soledad y, a veces, esos libros de autoayuda no siempre son tan útiles. Pero hay una manera de saber que no estás solo en esta vida y es conociéndote mejor a ti mismo.
Mírate bien en el espejo y acepta lo que te diferencia.
Toma todas esas peculiaridades y parte de ahí. Sumérgete en esas cosas que siempre has querido hacer. No tienes que viajar por el mundo en un viaje de autodescubrimiento para saber quién eres. Puede empezar aquí y ahora.
Recupera el contacto con las personas que se desvanecieron de tu vida y conoce nuevas caras. No es fácil pero tienes que recordarte que aunque te sientas solo en esta vida, en realidad no estás solo. Hay gente que puede estar ahí para ti.
Sólo tienes que invitarlas a hacerlo.
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