Los avances en la imagen que incluyen la combinación de parámetros morfológicos y funcionales han mejorado aún más el rendimiento diagnóstico de la RM. Así, la mayoría de las masas indeterminadas en la ecografía y la TC pueden diagnosticarse correctamente con la RM. La RM es más beneficiosa en mujeres con una baja probabilidad de cáncer. Los endometriomas, que suelen ser un mimetismo del cáncer de ovario en la TC y en la ecografía, presentan hallazgos de imagen específicos en la RM. Lo mismo ocurre con los leiomiomas subserosos, que a menudo son difíciles de diferenciar de las masas ováricas sólidas en la ecografía. El análisis meticuloso de los puntos de referencia anatómicos y de los patrones de desplazamiento ayuda a diferenciar los tumores extraováricos benignos, especialmente los de origen extraperitoneal, como los neurinomas, del cáncer de ovario. Algunas masas anexiales sólidas y quísticas complejas pueden ser difíciles de diferenciar del cáncer de ovario. En estas lesiones, la integración de los hallazgos clínicos permitirá en la mayoría de los casos diferenciar las lesiones benignas del cáncer. La torsión ovárica, el hematoma pélvico y el embarazo extrauterino se asocian normalmente a dolor pélvico. El dolor y los hallazgos inflamatorios de laboratorio sugieren un absceso tubo-ovárico (TOA). El TOA puede simular un cáncer de ovario incluso en imágenes avanzadas, como la RM y el PET/TC. La aspergilosis, un subtipo de AOT, simula un cáncer de ovario debido a su compleja morfología y a su patrón de crecimiento invasivo. La diferenciación de la tuberculosis peritoneal del cáncer de ovario avanzado es difícil y requiere una biopsia.