La verdadera base del gran liderazgo es el carácter, no el carisma. Y un aspecto del carácter de un líder son las convicciones con las que está profundamente comprometido. Los grandes líderes tienen convicciones muy arraigadas. Una opinión es algo que se discute; una convicción es algo por lo que se moriría. Los pastores, especialmente, deben definir las convicciones por las que soportarán todo tipo de dificultades, y la única manera de defender ese tipo de convicciones es vivir desde un profundo sentido del llamado de Dios.
Si Dios te ha llamado a la tarea del liderazgo, nada puede detenerte. Tu identidad descansa en tu relación con él, no en la aprobación de las personas que lideras o del mundo que te observa. En lugar de vivir en la trampa de la comparación o del temor a lo que la gente piense, debe desarrollar sus convicciones -teológicas, éticas y prácticas- y mantenerse firme en ellas.
Cree de antemano que sus convicciones serán puestas a prueba desde al menos ocho ángulos:
1. La burla. Cuando estés en el liderazgo, una de las primeras maneras en que la gente intentará que reniegues de tus convicciones es burlarse de ti. Sus convicciones pueden muy bien ser un chiste a veces.
2. Desaliento. Una de las armas más poderosas del enemigo es el desánimo. ¿Por qué? Porque las convicciones, por su propia naturaleza, requieren valor para mantenerse. El desánimo suele llegar a mitad de camino, cuando estás a mitad de camino en el proyecto o a mitad de camino en la montaña.
3. El miedo. El miedo es una de las mayores amenazas para las convicciones de un líder. A menudo he dicho, incluso cuando me han puesto en aprietos personalidades de los medios de comunicación seculares, que debo temer a Dios más que a otras personas. Sólo a Él responderé algún día por la forma en que me mantuve en las creencias profundamente arraigadas que me llamó a poseer.
4. Discordia. Pocas cosas frenan más rápido el crecimiento de un movimiento o de una iglesia que los chismes. Un rumor o una acusación falsa tiene el potencial de destruir la reputación de un líder.
5. División. Es un gran desafío para un líder mantener a la gente unida en un movimiento, pero es esencial. Y como el liderazgo consiste en conseguir que los seres humanos trabajen juntos hacia un objetivo común, este reto es especialmente difícil de afrontar para un líder.
6. Distracciones. Si el enemigo no puede dividir a la gente de un movimiento, proporcionará distracciones. Algunas de las distracciones que causan más problemas no son cosas malas sino más bien cosas buenas que no son las mejores.
7. Difamación. Pablo fue acosado por los judaizantes. Nehemías tuvo que lidiar con Sanbalat. Jesús fue acusado falsamente de blasfemia. Los pioneros que van al frente son los más propensos a recibir un disparo por la espalda. Es un efecto secundario de una influencia en expansión.
8. Peligro. En realidad, la Biblia nunca prometió a los creyentes una vida «a salvo de todas las alarmas». Por el contrario, los que lideran y tienen voz también sufrirán persecución y encontrarán peligro en el camino.
El enemigo tratará de usar todas estas ocho tácticas para superar su liderazgo. ¿Qué hace usted ante tal oposición? No te rindas. Mantén tus convicciones. Sea persistente. Resiste. Cuando estás comprometido con tus convicciones, nada te hará desistir. Y una actitud de «no abandonar» es una característica esencial de cualquier gran líder.
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