La dificultad de su hijo para oír después de un concierto fuerte es normal. Los ruidos fuertes (la música, en su caso) pueden provocar una audición sorda y apagada, zumbidos o pitidos en los oídos. Esto suele desaparecer al cabo de unas horas. Se cree que los oídos dejan de oír de la misma manera como respuesta al ruido fuerte, pero luego «rebotan» una vez que el ruido desaparece. Es poco probable que su hijo desarrolle problemas de audición por asistir ocasionalmente a un concierto en el que el nivel de sonido es muy alto. Se cree que la pérdida de audición se produce cuando alguien experimenta ruidos fuertes repetidamente porque los oídos pueden perder la capacidad de «rebotar».»
Los niveles de sonido se miden en decibelios y se basan en una escala de 0 (bajo) a 140 (alto). Sesenta decibelios (dB), que es aproximadamente el nivel de una conversación normal, se considera un nivel de sonido seguro. El Instituto Nacional de Trastornos de la Comunicación informa de que 85 decibelios y más pueden causar daños en el oído interno y pueden provocar la pérdida de audición. Los conciertos se sitúan en torno a los 105-110 dB, al igual que los cortacéspedes y las excavadoras, pero se cree que el riesgo de pérdida de audición es bajo, ya que el tiempo de exposición de los oídos a estos niveles es relativamente corto. El riesgo es mayor entre las personas que se exponen con regularidad a estos niveles elevados y no llevan protectores auditivos.
Si le preocupa la audición de su hijo, lo mejor que puede hacer es que se someta a una prueba de audición para comprobar si hay algún daño auditivo. No es fácil que una persona detecte una pérdida de audición leve porque no suele haber signos evidentes; sólo cuando la pérdida de audición se vuelve más severa es perceptible. Los signos de una pérdida auditiva severa pueden incluir sonidos distorsionados o amortiguados que son particularmente obvios en situaciones sociales. Desgraciadamente, estos signos parecen estar presentes sólo cuando se ha producido una pérdida auditiva permanente.
Es poco probable que asistir a conciertos unas pocas veces al año provoque una pérdida auditiva permanente, pero todo el mundo debería evitar la exposición repetida y frecuente a sonidos fuertes.
Hank Bernstein
Children’s Hospital