Me enseñé a mí mismo el español y aprendí 9 lecciones de vida en el proceso.

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Sí, has leído bien el título. Me enseñé a mí mismo a hablar y escribir español en el transcurso de dos años. Al decir que me enseñé a mí mismo, quiero decir que no me senté en un aula ni tuve ningún tutor. Todo lo que tenía era mi programa de ordenador para enseñar español, una aplicación telefónica de diccionario y conjugación inglés/español, y una red cercana de 4 hablantes nativos de español a los que podía llamar para pedir ayuda.

No fue hasta el mes pasado cuando tuve una conversación de 73 minutos con Ariana, un miembro de mi red de españoles, que me di cuenta de lo lejos que había llegado. Ariana es de Venezuela y sabe muy poco inglés. Nuestra conversación fue totalmente en español. Hablamos de todo, desde el tiempo, a la crisis política en Venezuela, a Donald Trump, a mi trabajo.

Al final de la conversación miré la duración de la llamada en mi pantalla y me quedé boquiabierta. Fue entonces cuando me empapé de lo lejos que había llegado.

Desde los 11 años quería hablar español. Mi padre volvió de un viaje de negocios de Guinea Ecuatorial arrastrando unas botellas de vino español. No pude evitar fijarme en que algunas de las palabras de las etiquetas de las botellas eran similares a las del francés.

Ya hablaba con fluidez el francés y, además de mi inglés, supuse que aprender español sería muy fácil. Pues bien, no fue tan fácil como pensaba. Sin embargo, ha sido y sigue siendo una experiencia increíble; una de la que he aprendido varias lecciones de vida; nueve de las cuales quiero compartir con vosotros.

1. El progreso lento y constante sigue siendo un progreso: De hecho, si me preguntas, es el mejor tipo de progreso. Subestimamos mucho el valor de los avances lentos. Especialmente en nuestra generación impulsada por las redes sociales, en la que seguimos a personas que parecen tenerlo todo a su favor. Queremos tanto tenerlo todo y tenerlo tan rápido que cuando no lo tenemos, nos frustramos.

Una mejora consistente del 1% cada día sigue siendo una mejora. La belleza de ese 1% es que se suma. Una mejora consistente del 1% cada día suma un 365% al final del año. Me ha llevado poco más de dos años estar donde estoy. Quería terminar el curso en 9 meses. Me di cuenta de que cuanto más apuraba el proceso, más olvidaba y menos eficiente era mi forma de hablar y escribir. Acabé volviendo a leer capítulos enteros que creía haber dominado. No todo en la vida tiene que ser apresurado. Dedica tiempo a las cosas que lo merecen.

2. Rodéate de la gente adecuada (& conoce su valor). ¿Has oído alguna vez eso de ‘tu red es tu valor neto’? Así es. La verdad es que tu valor neto nunca mejorará si no conoces el valor de cada uno de los miembros de tu red y cómo pueden, cada uno a su manera, hacerte mejor. Si acudes a la persona equivocada para que te aconseje, sólo acabarás perdiendo valor.

Mi red está formada por Raquel de España, Lizett de México, Ariana de Venezuela y Melissa de Colombia. Cada una de ellas me ayuda a su manera. Raquel es maestra de escuela y es estricta conmigo. Me corrige todos los errores de escritura y de pronunciación. También es una persona muy ingeniosa y me envía todo tipo de enlaces a recursos de aprendizaje. Ariana es la persona a la que acudo cuando quiero conversar sin tener que pensar demasiado en mis errores. Lizett habla buen inglés y es mi persona de referencia cuando no quiero la estricta diligencia de Raquel. Melissa tiene un marcado acento colombiano y es con quien hablo cuando quiero practicar mi listening. Cada una de ellas me ayuda de manera diferente y valiosa y todas se combinan para hacerme mejor.

3. Tener siempre un sistema y un método para cada empresa importante. Es importante tener un método y un sistema que te ayude a ser productivo y eficiente con cualquier esfuerzo a largo plazo que tomes. Cuanto mayor sea la apuesta, más tiempo debes dedicar a encontrar ese sistema. También es importante atenerse a ese sistema y confiar en él. Thomas Oppong señaló en un artículo que «todo el mundo tiene una serie de objetivos, pero es el compromiso con un sistema lo que marca la diferencia. Los sistemas son la base de un trabajo profundo y grandioso»

Con el tiempo me di cuenta de que mi hora óptima para estudiar era entre las 17:00 y las 19:00 horas todos los días. Así que me quedaba en la oficina después del trabajo para estudiar. Tenía un cuaderno donde anotaba todos los verbos que encontraba y guardaba mis fines de semana para conjugar estos verbos en todos los tiempos del español. Tenía tres cuadernos diferentes que servían para distintos propósitos y utilizaba bolígrafos de tres colores diferentes. Azul para el inglés, negro para el español, rojo para los epígrafes y las notas secundarias importantes. Encontré mi sistema, me aferré a él y la eficiencia me hizo progresar.

4. Ganarás más si te desafías más: Tenemos que aprender a vivir sin mirar los puntos de referencia de los demás a nuestro alrededor. Subir nuestro propio listón y ponernos retos es la mejor manera de mejorar. Pero tenemos que ser capaces de hacerlo con constancia. Si no seguimos pidiéndonos más, nos quedaremos estancados.

Cuando terminé mi programa de estudios, podría haberme cruzado de brazos y estar contento con lo que había conseguido. Pero sabía que no era suficiente. No estaba satisfecho. Decidí presentarme a un examen de español avanzado que pienso hacer el año que viene. Me he propuesto el reto de superar el examen. Me he suscrito a 5 podcasts de español diferentes, escucho emisoras de radio españolas todos los días, veo mis programas con subtítulos en español, leo mis noticias en español, incluso he cambiado mi suscripción a la televisión para poder tener un canal de habla hispana. He memorizado más de 200 verbos en español y puedo conjugar cada uno de ellos en todos los tiempos.

Todo esto no ocurrió de golpe. Es el resultado de más de 2 años de aprendizaje y de desafiarme constantemente para ser cada vez mejor.

5. No tengas miedo a los fracasos, son tus amigos: En el momento en que estableces el fracaso como una barrera, es el momento en el que te entierras en algo de lo que será difícil salir. O ganas o aprendes algo nuevo. No puedes aprender si no te equivocas.

Mi mayor dificultad es hablar. Escribo español mucho mejor que hablo. Hablar requiere que pienses en tus pies y como no hablo español a diario tengo cierta dificultad con ello. Pero no dejo que eso me detenga. Cuando converso con alguien de mi red, hablo y me equivoco todo lo que puedo, me corrijo y vuelvo a empezar. Sé que sólo puedo mejorar corrigiéndome una y otra vez.

6. Saborea el valor de cada emprendimiento. Con demasiada frecuencia, cuando emprendemos algo, nos importa más el resultado que el proceso. Por eso a veces nos fijamos más en los fracasos que en el proceso. Cada viaje tiene un tesoro de lecciones que sólo podemos ver si nos decidimos a buscarlo. Michael Simmons escribió en este artículo que «el valor de una actividad no está sólo en su resultado inmediato, sino también en los principios subyacentes en juego. Los principios que aprendes en cualquier situación son a menudo más valiosos que los resultados inmediatos, porque puedes aplicarlos durante el resto de tu vida en todos los ámbitos para tomar mejores decisiones»

Esta experiencia ha sido y sigue siendo un viaje de autodescubrimiento. He aprendido a tomar una decisión y mantenerla, he aprendido a ser más autodisciplinado, he aprendido mis fortalezas ocultas, he aprendido a celebrar mis pequeños triunfos, he aprendido sobre sistemas y métodos y una serie de otras cosas sobre mí mismo que, tal vez, no habría hecho.

7. La perfección no existe: Y perseguir la perfección es lo peor que te puedes hacer a ti mismo. Llevo hablando inglés desde que era un niño y no domino el idioma por completo. No conozco todas las palabras del idioma. Nadie las conoce. No sé si llegaré a conocer el español y a dominarlo tan bien como el inglés o el francés. Pero no importa. He hecho las paces con él. Seguiré intentando mejorar. No intentaré ser perfecto. Eso sólo me volverá loco.

8. Nunca sabrás lo que puedes conseguir si no te das una oportunidad. Una de las simples verdades que he aprendido sobre la vida es que si realmente, realmente quieres algo, vas a salir de tu camino para conseguirlo. Perder peso, dejar un hábito adictivo, salir de una situación emocionalmente inestable; lo que sea. Todo comienza, sin embargo, con darse la oportunidad de hacerlo.

He querido aprender español durante años. Lo fui posponiendo hasta el día en que decidí que iba a actuar según mis deseos. Y al no encontrar ninguna escuela a mi alrededor donde poder estudiar, me metí en internet, me busqué algunos recursos y me puse a ello. Sólo yo, mi ordenador y las aplicaciones de mi teléfono. Me di una oportunidad y los resultados llegaron.

9. Nunca dejes de aprender: Me he dado cuenta de que el conocimiento y la sabiduría es el mayor regalo que te puedes hacer a ti mismo. Adquirir conocimientos te abre la mente a muchas cosas que antes no percibías y tu forma de pensar cambia radicalmente. También tiene un efecto de bola de nieve. El conocimiento te empuja a aprender más. No lo des por sentado. Lo más importante que puedes hacer por ti hoy es invertir en ti mismo conociendo más el mundo que te rodea. Es, sin duda, la mejor inversión que puedes hacer en tu vida. Pero se necesita que estés abierto a adquirir el conocimiento en primer lugar.

He estado en una racha estos últimos meses y he estado leyendo un montón de obras de no ficción. Lo cual es algo que nunca había hecho, salvo artículos académicos y entradas de blog. Recientemente he leído el libro «Por qué fracasan las naciones», de Daron Acemoglu y James A. Robinson. Y tengo cuatro libros de este tipo en fila para los próximos 3 meses.

Espero que mi experiencia con el aprendizaje del español te inspire.

Gracias por leer. (Gracias por leer).

*** Agosto 2020. Mi red ha aumentado. Ahora he añadido a ella a Pablo de Chile y a Adriana de Perú.

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