2017 fue la segunda experiencia HTC de On. Nuestro equipo, apropiadamente llamado «Team Cloudsurfers» estaba formado por 12 corredores de On divididos en dos furgonetas y cada miembro del equipo tenía que correr 3 etapas para cubrir la distancia total. Cuando me senté a reflexionar sobre esta experiencia monstruosamente bella y emocionalmente desafiante, resumí los tres aspectos más importantes del relevo HTC de este año.
El primero de los aprendizajes es que, por mucho que te entrenes físicamente, hay muchos obstáculos en el camino para los que no puedes prepararte físicamente. La falta extrema de sueño, hacer innumerables colas para ir al baño, tratar de dormir en una furgoneta estrecha con 6 de tus compañeros de trabajo, correr 7+ millas cuesta arriba en medio de la oscuridad total son sólo algunos. Y si no corres en la dirección correcta en ese momento, ¿cómo vas a saberlo? La lista de retos por encima del plan de entrenamiento físico es más amplia de lo que cabría esperar. Sin embargo, el espíritu y la energía en torno a esta carrera es abrazarlo todo y superar estos retos como uno solo.
Mi segunda constatación de la H2C es que tengo una personalidad más adictiva de lo que pensaba. Incluso en medio del dolor y el agotamiento, ya estoy pensando en el próximo año. Quién sabe el número exacto de endorfinas que circulan, pero esencialmente estás viviendo y respirando en un estado de euforia constante. Todo el mundo está de buen humor. El equipo está contento y, de repente, estás conectado con 12.000 compañeros de carrera y tienes un sentimiento de pertenencia. La unión con extraños en el recorrido te permite llegar más lejos y más rápido de lo que nunca hubieras imaginado. Este viaje como individuo sería casi imposible. Alrededor de la hora 20, cuando me acercaba a la tercera etapa, me dolía todo el cuerpo. Mi único gramo de energía provenía de la adrenalina pura y de una tableta de hidratación Nuun. La idea de caminar y no correr parecía una opción realista y mi batalla interior se cuestionaba: ¿parar o continuar? Cuando estaba en mi último par de kilómetros, levanté la vista y vi a todo mi equipo animándome mientras ponía música a un lado de la carretera. Oírles gritar mi nombre mientras yo luchaba por subir otra colina más fue lo que me empujó a superar cada segundo final. Ese fue el momento en el que llegué a la conclusión de que ya había dejado de correr la carrera para mí y había empezado a correr para el equipo.