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Discusión

En este estudio se examinó si dos rasgos relacionados con el Neuroticismo, la Estabilidad Emocional y la Objetividad, estaban asociados con la evidencia física y autodeclarada de rechinar los dientes. Ambos rasgos se asociaron con el bruxismo: los individuos que puntuaron alto en Estabilidad Emocional u Objetividad fueron menos propensos a reportar que rechinan los dientes. Estos dos rasgos también se asociaron con otros síntomas orales relacionados con la ansiedad, pero no se relacionaron con las quejas orales más globales y autodeclaradas. Sin embargo, ninguno de los dos rasgos estaba relacionado con el daño físico a los dientes o a la lengua que a menudo se atribuye al bruxismo, ni con la salud de los dientes y las encías evaluada por los dentistas.

Aunque los factores psicológicos están habitualmente implicados en el rechinar de dientes, las investigaciones anteriores se han centrado principalmente en la ansiedad de estado, la depresión y el estrés vital, más que en las diferencias individuales estables en la tendencia a experimentar emociones negativas. La evidencia limitada de pequeñas muestras sugiere que la asociación entre la ansiedad de rasgo y el bruxismo comienza en la infancia (Restrepo, Vásquez, Álvarez, & Valencia, 2008) y persiste en la edad adulta (Kampe et al., 1997). Gran parte de esta investigación, sin embargo, se ha basado en el bruxismo patológico, en lugar del rechinar de dientes más común que se encuentra en la población general. La presente investigación apoya la asociación entre los rasgos relacionados con el Neuroticismo y el bruxismo en una muestra que vive en la comunidad.

Los individuos con altos rasgos relacionados con el Neuroticismo informan consistentemente de más quejas somáticas que los individuos con bajo Neuroticismo. La asociación, sin embargo, entre el Neuroticismo y la enfermedad física es mucho más débil que su asociación con las quejas somáticas; esta discrepancia sugiere que el rasgo Neuroticismo sesga la información de los síntomas (Costa & McCrae, 1987). La presente investigación es coherente con este argumento: Los participantes con altos rasgos relacionados con el Neuroticismo informaron de que rechinaban los dientes, pero no había evidencia física que apoyara su bruxismo autoinformado.

Sin embargo, en el estudio actual, la asociación entre los rasgos relacionados con el Neuroticismo y la salud oral subjetiva se limitó a los síntomas comúnmente asociados con el estrés y la ansiedad, no a las quejas más generales. En concreto, además del bruxismo, los individuos que sufren ansiedad también suelen informar de otros síntomas relacionados con la boca, como dificultades para masticar/tragar alimentos y sequedad bucal (Asociación Americana de Psiquiatría, 1994), y los problemas relacionados con la mandíbula suelen estar asociados al bruxismo (Lavigne et al., 2008). Es posible que los individuos con rasgos altos de neuroticismo informen de más quejas orales porque efectivamente sufren más manifestaciones físicas de ansiedad. Si los hallazgos del presente estudio se debieran únicamente al sesgo en la notificación de síntomas característico de estos individuos, entonces la Estabilidad Emocional y la Objetividad también deberían haberse asociado con quejas más generales de la salud oral, como el sangrado de encías. No fue así.

Además, cada vez hay más pruebas de que el Neuroticismo no es sólo ladrido, sino que tiene algo de mordacidad. Por ejemplo, el neuroticismo se asocia con mayores niveles circulantes de biomarcadores fisiológicos de inflamación (Sutin et al., en prensa) e incluso de mortalidad (Terracciano, Löckenhoff, Zonderman, Ferrucci, & Costa, 2008). Tanto la inflamación como la mortalidad son medidas objetivas no contaminadas por sesgos de autoinforme. El hecho de no encontrar evidencia física de bruxismo en el estudio actual puede deberse más a nuestras medidas dentales que a una falta de asociación. El uso del desgaste oclusal como marcador del bruxismo ha sido criticado porque la magnitud del desgaste de un diente se ve afectada por muchos factores, como la densidad del esmalte y la calidad de la saliva (Lavigne et al., 2008). Y, de hecho, en el presente estudio, el rechinar de dientes autodeclarado no estaba relacionado con el desgaste oclusal (r = 0,09, ns) ni con las hendiduras linguales (r = 0,08, ns). Otras medidas de bruxismo, como los informes de los cónyuges o los dispositivos de control electrónico que pueden medir la ocurrencia y la gravedad del rechinamiento de los dientes, pueden ser medidas más válidas que el daño físico observado en los dientes y la lengua.

Interesantemente, encontramos congruencia entre el bruxismo autoinformado y el daño físico para uno de los otros rasgos en el GZTS: Los que tenían un nivel alto de sociabilidad eran menos propensos a decir que rechinaban los dientes y, del mismo modo, sus dientes tenían menos desgaste oclusal. Este efecto, sin embargo, puede deberse más a los que tienen un nivel bajo de sociabilidad. Los individuos poco sociables tienen una baja tolerancia a la interacción social, pueden ponerse ansiosos cuando se les obliga a estar rodeados de otras personas, y a menudo se caracterizan por ser tímidos o apáticos (Guilford et al., 1976). Aunque la sociabilidad está más fuertemente relacionada con la faceta gregaria de la extraversión (Terracciano, McCrae, & Costa, 2006), también tiene una fuerte correlación negativa con la faceta de autoconciencia del neuroticismo. Como tal, este malestar social puede contribuir al estrés psicológico que puede conducir al bruxismo.

La presente investigación tiene varios puntos fuertes, incluyendo una muestra relativamente grande de habitantes de la comunidad y la evidencia física de bruxismo evaluada por el dentista. Sin embargo, es necesario abordar varias limitaciones en futuras investigaciones. En primer lugar, como se mencionó anteriormente, se necesitan medidas objetivas adicionales de bruxismo para garantizar una evidencia precisa del rechinamiento de los dientes; nuestra evaluación dental no se centró específicamente en el daño del bruxismo. En segundo lugar, las medidas de emocionalidad negativa tanto de estado como de rasgo ayudarán a clarificar el papel de los rasgos estables frente a los estresores ambientales como antecedentes del bruxismo. Por último, aunque nuestra muestra comunitaria es una mejora con respecto a las muestras clínicas que se suelen utilizar en la investigación del bruxismo, los participantes tenían, en general, una buena educación y gozaban de buena salud. Estos participantes pueden tener mejores hábitos de higiene oral y un mejor acceso a los dentistas, lo que minimizaría el daño debido al bruxismo. Las investigaciones futuras sobre la personalidad y el bruxismo se beneficiarían de muestras más representativas. A pesar de estas limitaciones, ofrecemos la primera evidencia de que el bruxismo está asociado no sólo con síntomas agudos de ansiedad y depresión, sino también con rasgos estables que miden la susceptibilidad a las emociones negativas en una población comunitaria no clínica.

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