Todo el mundo tiene ciertos gustos, disgustos, rarezas e idiosincrasias – todas las cualidades que conforman tu personalidad, las cosas que te hacen ser tú. El hecho de que todo el mundo tenga personalidades únicas hace que la vida sea más interesante (o, a veces, más difícil).

¿Pero de dónde vienen las personalidades y por qué son tan diferentes?

Durante los últimos 25 años, los psicólogos han descubierto que las personalidades se aglutinan en torno a cinco rasgos básicos, denominados los Cinco Grandes. Todo el mundo puede ser descrito con diferentes niveles de amabilidad, conciencia, neuroticismo, extroversión y apertura a la experiencia.

Contrariamente a la percepción común, las personas no se limitan a ciertos tipos de personalidad. Por lo general, nadie es enteramente extrovertido o introvertido, o un total maniático del orden o un vago. Aunque una minoría puede estar en los extremos de un rasgo, la mayoría de la gente se encuentra en algún punto intermedio.

«Sabemos de forma concluyente por la investigación que las personas no están organizadas en tipos», dijo Christopher Soto, psicólogo del Colby College de Maine. «Cada rasgo de personalidad es una dimensión continua. Se puede ser muy alto o muy bajo, y la mayoría de la gente cae en algún punto intermedio».

(Para ver dónde te encuentras entre los Cinco Grandes, u otros aspectos de la personalidad, haz estos cuestionarios de personalidad que fueron desarrollados por psicólogos investigadores.)

La personalidad tampoco se limita a los humanos. Las investigaciones demuestran que todos los animales, desde las hormigas hasta los simios, tienen personalidad, descrita también por los Cinco Grandes. La universalidad de la personalidad apunta a un origen evolutivo.

«Tanto los animales como los seres humanos tienen problemas comunes de supervivencia», dijo Frank Sulloway, psicólogo de la Universidad de California, Berkeley. «Esos problemas comunes de supervivencia se detallan maravillosamente en los Cinco Grandes, y por eso hay tanta continuidad en la personalidad humana y en la de los animales.»

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Por ejemplo, la concienciación implica comportamientos como la planificación y la deliberación, que son importantes entre los primates y otros mamíferos para cuidar de las crías, seleccionar a las parejas y vivir en grupo. Ser limpio y ordenado -aspectos de la conciencia- también tiene ventajas evolutivas. Las arañas tejedoras de orbes que tejen telas ordenadas capturan más presas, según una investigación publicada en 2015 en la revista Integrative & Comparative Biology. Los pinzones de Darwin que construyen nidos más ordenados y bien camuflados atraen a más parejas, según informaron los científicos en 2009 en la revista Biological Journal of the Linnean Society. Y los científicos informaron en 2011 en la revista Animal Behavior que las abejas más higiénicas que eliminan más miembros muertos de la colonia reducen el riesgo de enfermedades, ganan más peso y se reproducen más.

Algunos de estos comportamientos pueden parecer primitivos, pero no dejan de ser manifestaciones de la personalidad. «En el sentido más amplio», dijo Sulloway, «la personalidad es la expresión de todos los comportamientos que nosotros y otros animales exhibimos y que nos permiten funcionar adaptativamente en el mundo».

La evolución también puede explicar por qué las personalidades varían tanto. Dependiendo de la situación, cada uno de los Cinco Grandes puede ser ventajoso. Por ejemplo, dijo Sulloway, la amabilidad es excelente para las relaciones. Pero si un león se abalanzara sobre ti, estarías mejor con una personalidad menos agradable y más agresiva. Dado que el mundo es tan impredecible, cada aspecto de cada rasgo de la personalidad podría ser útil en diferentes momentos, por lo que en lugar de evolucionar un único tipo de personalidad que sea óptimo para cada situación, nos quedamos con una amplia variedad.

«No hay una solución única para la personalidad y los comportamientos que deberías expresar», dijo.

Una raíz evolutiva de la personalidad significa que los rasgos deben ser heredados. Así que, quieras o no admitirlo, gran parte de tu personalidad proviene de tus padres. De hecho, en el caso de los humanos, alrededor de la mitad de las diferencias de personalidad son genéticas, dijo Soto. El resto de la variabilidad de la personalidad procede del entorno, como las experiencias vitales y el orden de nacimiento. (Los primogénitos tienden a ser más asertivos, mientras que los segundos tienden a ser más divertidos; los hermanos menores utilizan el humor para disipar el poder que los mayores tienen sobre ellos, explicó Sulloway.)

No sólo el entorno determina quién eres, sino que puedes, hasta cierto punto, ajustar tu personalidad a las circunstancias. Puedes ser más extrovertido en una fiesta y más agradable en casa con tu familia. Pero también puedes ser introvertido si necesitas concentrarte en el trabajo, o agresivo cuando practicas un deporte de competición. «Ningún rasgo o expresión de un rasgo va a servirte bien todas las horas del día», dice Sulloway. Los humanos, después de todo, hemos evolucionado para aprender de nuestros entornos.

Con el tiempo, eso significa que las personalidades pueden cambiar. «Nuestros genes proporcionan un punto de partida para la personalidad, y permanecen con nosotros a medida que envejecemos», dijo Soto. «Pero a medida que envejecemos, tenemos más y más experiencias vitales, y hay más oportunidades de alejarse de tus puntos de partida genéticos».

Cuando los niños se convierten en adolescentes, dijo Soto, experimentan un descenso temporal de la agradabilidad y la concienciación; son más malos y perezosos, por ejemplo. Pero los estudios demuestran que, a medida que las personas crecen desde la primera edad adulta hasta la mediana edad, las pruebas y tribulaciones de la vida -mayores responsabilidades, relaciones personales y demás- las hacen más agradables, más conscientes, más estables emocionalmente y menos neuróticas. Según un estudio de 2015 publicado en el Journal of Personality and Social Psychology, incluso podrías ajustar tu personalidad a propósito.

Así que aunque la personalidad puede hacer que seas quien eres, no necesariamente hará lo que serás.

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Publicado originalmente en Live Science.