El problema del castigo físico

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En los últimos boletines, nos hemos centrado en los sentimientos universales e incorporados con los que nacen todos los seres humanos. Hemos descrito cómo el trabajo de Darwin, Tomkins, Ekman y otros han demostrado que los bebés humanos nacen con varias respuestas a los estímulos. A éstas las llamamos sentimientos: interés, disfrute, sorpresa, angustia, ira, miedo, vergüenza, asco y disimulo (reacción a los olores nocivos).

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A medida que envejecemos, estas respuestas se combinan con la experiencia para formar nuestra vida emocional más compleja. Hemos discutido qué son los sentimientos, cómo funcionan y por qué son importantes; después de todo, ¡los sentimientos causan comportamientos!

Ahora estamos en condiciones de discutir la importante cuestión del castigo físico, porque el castigo físico de un niño despierta precisamente los sentimientos que uno no quiere. En general, uno quiere provocar interés y disfrute. El castigo físico despierta la angustia, la ira, el miedo y la vergüenza.

Resumen del castigo físico

El castigo físico es un importante problema de salud pública en este país. Aproximadamente el 65 por ciento de los adultos todavía aprueban el castigo físico, a pesar de la evidencia convincente de que no funciona, empeora las cosas, y hay alternativas eficaces.

El castigo físico implica el uso de la fuerza física con la intención de hacer que el niño experimente dolor o malestar corporal para corregir o castigar su comportamiento. Esto incluye nalgadas, golpes, pellizcos, azotes, bofetadas, etc.

Las nalgadas son un eufemismo de los golpes. No se permite golpear al cónyuge o a un extraño; estas acciones se consideran violencia doméstica y/o agresión. Tampoco se debe permitir pegar a un niño más pequeño y aún más vulnerable. Los estudios demuestran que los niños que son golpeados se identifican con el agresor y es más probable que se conviertan ellos mismos en golpeadores: es decir, acosadores y futuros maltratadores de sus hijos y cónyuges. Tienden a aprender a utilizar el comportamiento violento como forma de resolver las disputas. Si pegar a un niño no está mal, entonces nada está mal.

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Investigación sobre el castigo físico

Los datos en este ámbito han sido resumidos recientemente por Elizabeth Gershoff (Report on Physical Punishment in the United States, 2008) y Susan Bitensky (Corporal Punishment of Children, 2006). Las pruebas demuestran que el castigo físico es asombrosamente perjudicial en todos los niveles de desarrollo.

Los meta-análisis de cientos de estudios documentan que el castigo físico está asociado con: la agresión verbal y física; el comportamiento delictivo, antisocial y criminal; la peor calidad de las relaciones entre padres e hijos; el deterioro de la salud mental; y el posterior abuso del propio cónyuge e hijos.

La comunidad internacional y el castigo físico

A nivel internacional, cada vez hay más consenso en que el castigo físico de los niños viola las leyes internacionales de derechos humanos. Varios tratados de las Naciones Unidas abordan la violencia hacia los niños, siendo la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN o Convención del Niño, adoptada en 1989) uno de los casos más completos en cuanto a la prohibición del castigo físico de los niños.

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Estados Unidos no ha prohibido el castigo físico, pero la aprobación del castigo físico en Estados Unidos ha disminuido gradual y constantemente en los últimos 40 años. Estados Unidos ha firmado, pero no ratificado, la CDN.

Es significativo que 30 países hayan prohibido el castigo físico en todos los ámbitos, incluido el hogar. Entre estos países se encuentran Suecia, Alemania, España, Grecia y Venezuela. Más de 100 países han prohibido el castigo físico en las escuelas. Las leyes y las consecuencias tienden a ser más educativas (sobre el desarrollo) que punitivas. En los Estados Unidos, el castigo físico en las escuelas sigue siendo legal en 19 estados.

Alternativas eficaces al castigo físico

Existen diversos programas y alternativas que proporcionan a los padres una mayor comprensión del desarrollo de sus hijos, presentan estrategias que pueden conducir a un comportamiento menos violento en niños y adultos, y disminuyen la frustración e impotencia de los padres que a menudo conduce al castigo físico.

Una de las formas más útiles de lograr un desarrollo infantil saludable es promover las palabras en lugar de las acciones. Como resumió elocuentemente Anny Katan: «Si un niño verbalizara sus sentimientos, aprendería a retrasar la acción». Aumentar la capacidad del niño para poner palabras a sus sentimientos y acciones tiene como resultado una mayor regulación de la tensión, un mayor conocimiento de sí mismo y una toma de decisiones reflexiva. Este proceso puede lograrse de la siguiente manera:

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  • Hablar y usar palabras en lugar de acciones-hablar en lugar de pegar. Hable con el niño sobre qué comportamientos son aceptables o no, qué es seguro o peligroso y por qué.
  • Escuche al niño: averigüe por qué hizo o no hizo algo.
  • Explique sus razones; esto mejorará la capacidad de toma de decisiones del niño.
  • La palabra «disciplina» viene del latín para «enseñar» o «aprender». Los comportamientos de los niños tienen un significado, y los comportamientos están directamente conectados con los sentimientos internos. Por lo tanto, la disciplina es un proceso que aborda los comportamientos y los sentimientos que los causan.
  • Ayude al niño a etiquetar sus sentimientos con palabras lo antes posible. Los nueve sentimientos innatos (interés, disfrute, sorpresa, angustia, ira, miedo, vergüenza, asco y malestar) deben etiquetarse con palabras. Esto facilitará la regulación de la tensión y ayudará a la transición hacia formas más maduras de manejar las emociones.
  • El refuerzo positivo -recompensas y elogios- aumentará la autoestima del niño cuando se cumplan las normas adecuadas. El refuerzo positivo es más eficaz para obtener un cumplimiento de la conducta a largo plazo que los castigos aterradores y vergonzosos.
  • Dar un buen ejemplo al niño. El niño quiere ser como los padres. Los niños se identifican con sus padres, y pondrán sentimientos y acciones en palabras cuando vean que sus padres lo hacen. Quiénes son los padres y cómo se comportan tendrán un profundo impacto en el desarrollo de sus hijos. Su hijo seguirá su ejemplo.

Resumen

La Academia Americana de Pediatría y la Asociación Psicoanalítica Americana son algunas de las muchas organizaciones nacionales e internacionales que tienen amplias declaraciones de posición que piden la prohibición del castigo físico y describen alternativas eficaces.

La Academia Americana de Pediatría concluye: «El castigo corporal es de eficacia limitada y tiene efectos secundarios potencialmente perjudiciales. La Academia Americana de Pediatría recomienda que se anime y ayude a los padres a desarrollar métodos distintos a los azotes para controlar el comportamiento no deseado.»

Desde el punto de vista de la salud pública, hay tres cuestiones cruciales para disminuir el castigo físico: la educación (sobre el desarrollo del bebé y del niño); la legislación (para ayudar a los padres que están en riesgo y para proteger a los niños); y la investigación continuada (especialmente sobre las alternativas).

En la década de 1960 se inició un esfuerzo concertado para disminuir el tabaquismo en los Estados Unidos, con el resultado de que la prevalencia del tabaquismo se ha reducido a la mitad. Necesitamos una iniciativa de salud pública similar para hacer lo mismo con el castigo físico.

Los objetivos de salud pública de prevenir problemas y mejorar el potencial son ideales para tratar el dilema del castigo físico de los niños. Si realmente queremos una sociedad menos violenta, no pegar a nuestros hijos es un buen punto de partida.

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