Imagínate esto: eres una mamá ocupada, siempre corriendo detrás de tu(s) pequeño(s). Lo más probable es que algunos días sean estupendos y otros… bueno, no tanto. Pero no lo cambiarías por nada del mundo. ¡Ser madre es una cosa preciosa: una cosa desordenada, pegajosa, estresante, llena de culpa, divertida y asombrosa.
Sin embargo, eso no significa que no debas encontrar otra cosa que te guste hacer simultáneamente!
¡Encontrar algo que te guste hacer te convertirá en una madre aún mejor de lo que ya eres! (Y al contrario de lo que muchas madres piensan de sí mismas, ¡usted ES de hecho una buena madre! Recuérdatelo a ti misma)
Para mí, esa «cosa» fue el yoga. Y ha cambiado mi vida, la forma de criar a mis hijos y la dinámica de mi hogar. ¡Si esas razones no son suficientes, quiero compartir contigo algunas razones más para practicar yoga como mamá!
Mejora tu imagen corporal.
Como mujeres, tendemos a castigarnos por nuestro cuerpo, ¡incluso en pequeñas cosas! Por ejemplo, cuando nos levantamos por la mañana, nos miramos en el espejo y nos decimos a nosotras mismas: «Sí. El yoga nos enseña a vivir sin juzgarnos a nosotras mismas y a los demás. Aprendemos esto en nuestras asanas, nuestras posturas en la esterilla.
Cuando nos sentimos realmente bien en una determinada postura un día, pero parece que no podemos llegar a esa postura otro día, nos recuerda que somos humanos y defectuosos, sí, pero que somos perfectamente imperfectos. Estamos bien tal y como somos, y somos hermosas.
Aprovecha tu cuerpo.
No es ninguna broma lo mucho que la maternidad exige al cuerpo de una mujer. Literalmente, entregas tu cuerpo durante 10 meses para que crezca un diminuto humano, y nadie te advierte realmente de que estas exigencias a tu cuerpo no desaparecen por el simple hecho de dar a luz.
Estás renunciando a tu cuerpo durante mucho tiempo cuando te apuntas a ser mamá.
Tener el yoga en tu vida te da un espacio y un tiempo para ser dueña de tu cuerpo. Eres fuerte y elegante, y tu práctica de yoga te lo recordará. Admitámoslo, compañeras mamás: ¡es bueno tener este recordatorio!
Aprende a tener paciencia.
Cuando estés realizando una secuencia de yoga, ya sea en casa o en una clase, a menudo te encontrarás manteniendo una postura durante bastantes respiraciones. Puede que al final te encuentres temblando y que tu cuerpo envíe un mensaje a tu cerebro: «¡Sal de ahí!»
Cuando te desafías a ti misma a respirar a través de ella y a mantenerte ahí, te estás recordando a ti misma que nada es permanente.
Parece una tontería relacionar algo tan simple como mantener una postura de yoga con las pruebas diarias que nuestros hijos pueden poner a nuestra paciencia, pero cada pequeña cosa cuenta cuando eres madre.
El pequeño recordatorio de decir «nada es permanente» -mientras tus hijos sacan los lápices de colores y empiezan a colorear por todo el sofá- puede ser justo lo que necesitas para no encerrarte en alguna habitación.
Ponte en forma físicamente.
El yoga es una gran herramienta que traerá a tu vida una hermosa energía de amor propio y aceptación. Junto con la paz y la calma que todos buscamos, tu práctica de asanas también pondrá a prueba tu fuerza física. Todos sabemos lo importantes que son las endorfinas para la mente y el cuerpo.
Ayudan a dar un tipo ligeramente diferente de impulso y brillo a la confianza.
Es estupendo centrarse en los increíbles beneficios mentales y emocionales que puede aportar tu práctica (es decir, el amor propio y la aceptación), pero no dejes que se desvalorice cómo tu práctica física de asanas puede ayudarte realmente a alimentar tu imagen corporal positiva.
Enseña a tus pequeños lecciones de valor incalculable.
Algunos de mis momentos más divertidos y felices son cuando mi hijo de 4 años saca una esterilla de yoga y «practica» yoga a mi lado, o cuando mi niña de 1 año se sube a mi esterilla y se pone en posición de Perro Abajo.
Te darás cuenta de que en realidad no necesitas enseñar técnicamente nada a tus pequeños para que se den cuenta de lo divertido que es el yoga. Se te derretirá el corazón cuando quieran unirse, porque sabrás que un día conocerán el poder que tiene el yoga.
Enseñar a tu hijo a hacer yoga es enseñarle todo lo anterior: paciencia, una imagen corporal saludable, aptitud física y el cómo ser dueño de sí mismo. ¿Qué tan asombroso sería para nuestra generación de pequeños conocer y practicar estas cosas mientras crecen? Tal vez incluso podría cambiar el mundo!
Así que, ¿a qué esperas, mamá? Ve a desenrollar esa alfombra!