Por qué la falta de sueño te produce ansiedad

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Un mal descanso nocturno puede hacer que tu cerebro reaccione de forma exagerada

Foto: Kinga Cichewicz/Unsplash

SAlgunas consecuencias de una mala noche de sueño son obvias: fatiga, dificultad para concentrarse, añoranza de la cama. Pero otros efectos, como un menor deseo de ser social al día siguiente, a menudo se pasan por alto porque son inesperados o no se comprenden. En un estudio publicado a finales del año pasado, un equipo de científicos de la Universidad de California, en Berkeley, centró su atención en otro problema oculto del sueño limitado: la ansiedad.

Resulta que existe una estrecha relación entre el tiempo que duermen las personas y cómo experimentan el mundo. Cuanto más tiempo pasan las personas sin dormir, más angustiadas comienzan a sentirse. Las alteraciones del sueño son también un síntoma común de los principales trastornos del estado de ánimo, como la depresión. Mejorar la calidad del sueño es uno de los primeros objetivos de muchos enfoques terapéuticos, porque cuando las personas duermen mejor, se sienten mejor.

Podría ser que la tristeza y la preocupación sean simplemente consecuencias de sentirse cansado, pero también podría ser que haya vínculos directos entre el sueño y los sistemas de regulación del estado de ánimo en el cerebro. Para responder a esta pregunta, los investigadores de Berkeley estudiaron los niveles de ansiedad de las personas tanto después de una noche normal de sueño como después de una segunda noche de privación total de sueño. Además, registraron la actividad cerebral de cada persona mientras veían vídeos que les incomodaban (por ejemplo, presenciar el llanto de un niño pequeño).

Como era de esperar, las personas se sentían más ansiosas cuando se les privaba del sueño que cuando se les permitía dormir. Cuando los investigadores observaron el interior de las cabezas de las personas con un escáner cerebral, descubrieron que una zona del cerebro conocida como córtex prefrontal medial -un área vinculada al control emocional- reducía su actividad cuando las personas estaban privadas de sueño. Más concretamente, esta zona del cerebro era menos activa en respuesta al estrés provocado por ver vídeos incómodos. Esto sugiere que un cerebro privado de sueño es menos capaz de controlar su reacción ante acontecimientos momentáneamente estresantes.

Las sensaciones de estrés y ansiedad después de una mala noche de sueño parecen estar impulsadas por un sistema de control emocional debilitado en el cerebro.

En cambio, el área de la amígdala del cerebro mostró el patrón opuesto: una reactividad más fuerte tras la privación de sueño. A diferencia del córtex prefrontal medial, que participa en la regulación de las emociones y las acciones, la amígdala está estrechamente vinculada a las experiencias reales de las emociones, sobre todo a la sensación de miedo.

Cuanto más reducía su actividad el córtex prefrontal medial tras la privación del sueño, más ansiosos decían sentirse las personas. El aumento de la ansiedad también se correlacionó con el deterioro de las conexiones entre la corteza prefrontal y la amígdala. En otras palabras, la sensación de estrés y ansiedad tras una mala noche de sueño parece estar impulsada por un sistema de control emocional debilitado en el cerebro. Sin los efectos rejuvenecedores del sueño, el córtex prefrontal es menos capaz de controlar el modo en que la amígdala procesa la ansiedad, lo que permite que el miedo alcance niveles poco saludables.

¿Pero qué tiene el sueño en sí mismo que realmente ayuda a aliviar la ansiedad? Los investigadores estudiaron diferentes etapas del sueño para ver si algunas fases eran más útiles que otras. Descubrieron que la cantidad de sueño de ondas lentas durante la noche -la fase más profunda del sueño que se produce poco después de quedarse dormido- predecía cuánto disminuirían sus niveles de ansiedad durante la noche. En pocas palabras, una mayor cantidad de sueño de ondas lentas conducía a una menor ansiedad por la mañana.

Los vínculos entre la ansiedad y el sueño suelen ir en ambas direcciones. Una mayor ansiedad durante la noche impide que las personas duerman, y la falta de sueño las hace más ansiosas. Dicho esto, los investigadores descubrieron que dormir poco empeoraba la ansiedad independientemente de lo ansiosos que se sintieran la noche anterior. Por lo tanto, para evitar que se inicie el ciclo, es importante dedicar tiempo a una noche completa de sueño, incluso después de un buen día con poco estrés.

En general, los efectos nocivos de un sueño deficiente son más profundos que la simple sensación de cansancio al día siguiente. Un sueño de buena calidad -en particular un sueño profundo y robusto- restablece la capacidad de la corteza prefrontal para controlar y regular los sistemas emocionales del cerebro. Dormir mal daña el modo en que estos sistemas procesan la información emocional, lo que abre la puerta a la hipersensibilidad.

Cuando las personas están ansiosas, suelen ver amenazas donde no las hay. Afortunadamente, el sueño ayuda a potenciar las redes cerebrales que evitan estas reacciones exageradas. Dormir lo suficiente permite a las personas centrar su energía en los problemas tangibles de su vida en lugar de los patrones de pensamiento tóxicos y las preocupaciones fabricadas que pueden hacer que la vida parezca abrumadora.

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