Rotación de cultivos

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La rotación de cultivos consiste en la organización de la sucesión de cultivos en un campo determinado. La rotación se organiza en un ciclo regular que puede ser más o menos largo. Se denomina bienal cuando se cultivan dos especies sucesivamente de un año a otro, trienal para tres especies, etc. En una perspectiva agroecológica, se considera que una rotación de cultivos debe estar diversificada en cuanto a las familias de plantas cultivadas.

Con una rotación de cultivos diversificada, las plagas y los patógenos tienen más dificultades para encontrar sus especies huéspedes (1). Además, los periodos de crecimiento heterogéneos de los cultivos rompen el ciclo de desarrollo de las malas hierbas. Por último, en comparación con un monocultivo, una rotación de cultivos diversificada permite limitar el empobrecimiento del suelo. La presencia de leguminosas en la rotación aporta nitrógeno al suelo (2). Los diferentes tipos de residuos de cultivos mejoran la estructura y la vida del suelo y favorecen la recuperación de los nutrientes necesarios para las plantas. La complementariedad entre los sistemas radiculares de los diferentes cultivos también tiene un efecto positivo en la estructura del suelo (3). Por lo tanto, la rotación de cultivos proporciona tres tipos de beneficios para el suelo: biológicos (1), químicos (2) y físicos (3).

Con el fin de reducir el uso de insumos químicos, se fomenta la realización de rotaciones de cultivos duraderas y diversificadas a través de cultivos intermedios, el establecimiento de leguminosas, cultivos de subsuelo, etc. La duración de la rotación y las especies elegidas dependen en gran medida del contexto. Por consiguiente, el establecimiento de una rotación de cultivos requiere conocimientos técnicos y una gran experiencia. Los beneficios de una rotación son observables a largo plazo (de 5 a 10 años), pero también dependen del contexto (económico, geográfico, climático…).

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